viernes, 11 de octubre de 2013

EL PELIGRO DE LAS ETIQUETAS

Un trabajo de psicopatología que lo escribí hace algunos años (2007). Hoy lo leo nuevamente y lo comparto, seguro nos servirá  queridas <AMIGAS PROFES>... 


Con frecuencia escuchamos frases como: “es un…”,  “se mueve como un…”.  Esta pequeña muestra nos sirve para darnos cuenta  
que estamos etiquetando a un niño, olvidando, que detrás de estas etiquetas, hay una persona con gustos, preferencias y necesidades.


  Etiquetar a las personas, es hacer sobregeneralizaciones de lo que podemos ver a simple vista, pasando así por alto algo tan básico como qué y quienes son realmente esas personas.

  Actualmente no es raro escuchar que a niñ@s que tienen problemas de lenguaje, malas calificaciones, excesivo movimiento, etc., se les diga: “es un…”, etiquetándolo, creando en él desconfianza, inseguridad, inestabilidad, baja autoestima, produciendo una fase extrema de discriminación. Esto provocará que los pequeños a la larga, sean poco brillantes en sus estudios y sean los señalados dentro del grupo.

  Pero como ya sabemos, el intelecto de un niño no puede ser medido totalmente, mucho menos con las notas que ha obtenido a lo largo del quimestre, o con el comportamiento que el niño o la niña presenta dentro del aula de clase.

  Al etiquetar a una persona, nos estamos anticipando a un diagnóstico, que al final es incorrecto, ya que no se está utilizando clasificadores internacionales de trastornos mentales, tales como el DSM-IVTR, como una referencia cínica y científica descriptiva.

  Los términos, tales como: “hiperactividad, retardo mental, etc.”, solamente deben ser utilizados para el lenguaje profesional, más no para decirle a un niño “eres un hiperactivo, o eres un retrasado”, peor aun para ser promocionado en la sociedad; debido a que no todos tienen el conocimiento que abarca una patología.                                                                                                                      
  La patología debe ser conceptualizada a través de una evaluación integral, dada por todo un equipo multidisciplinario, que se ajuste a las necesidades del sujeto y no que se ajusten a los que sabe el profesional o la sociedad en si.  


  La mayor parte de gente, tendemos a criticar lo que es diferente, lo que no es común, lo que no está en las reglas, leyes, usos, etc., debemos tener una mente más abierta, y no dejarnos llevar por las apariencias.

  Tenemos que aprender a ser incluyentes y tolerantes con todo el mundo, ya que todos somos distintos, individuales y con una personalidad única.  Lastimosamente, vivimos en una sociedad que eso mismo nos ha impuesto. 

  Nosotras como formadoras de niños, debemos inculcar en ellos a confiar en sí mismos, enseñarles a valorar los más mínimos detalles de las personas, para de está manera estimular el éxito de los pequeños. Debemos buscar actividades, estrategias, recursos, para que el niño se sienta a gusto con su imagen, con disponibilidad para hacer, crear, modificar, equivocarse y volver a intentar, más no correr el riesgo de dejarnos llevar por unos cuantos patrones estandarizados, según los cuales una persona vale más o menos.  

Carolina Seade M.
 

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