Un trabajo de psicopatología que lo escribí hace algunos años (2007). Hoy lo leo nuevamente y lo comparto, seguro nos servirá queridas <AMIGAS PROFES>...
Con frecuencia escuchamos frases como: “es un…”, “se mueve como un…”. Esta pequeña muestra nos sirve para darnos
cuenta
que estamos etiquetando a un niño, olvidando, que detrás de estas etiquetas, hay una persona con gustos,
preferencias y necesidades.
Etiquetar a las
personas, es hacer sobregeneralizaciones de lo que podemos ver a simple vista,
pasando así por alto algo tan básico como qué y quienes son realmente esas
personas.
Actualmente no
es raro escuchar que a niñ@s que tienen problemas de lenguaje, malas
calificaciones, excesivo movimiento, etc., se les diga: “es un…”, etiquetándolo, creando en él desconfianza, inseguridad,
inestabilidad, baja autoestima, produciendo una fase extrema de discriminación. Esto provocará que los pequeños a la larga, sean poco brillantes en sus
estudios y sean los señalados dentro del grupo.
Pero como ya sabemos, el intelecto de un niño no puede ser medido totalmente,
mucho menos con las notas que ha obtenido a lo largo del quimestre, o con el
comportamiento que el niño o la niña presenta dentro del aula de clase.
Al etiquetar a
una persona, nos estamos anticipando a un diagnóstico, que al final es
incorrecto, ya que no se está utilizando clasificadores internacionales de
trastornos mentales, tales como el DSM-IVTR, como una referencia cínica y
científica descriptiva.
Los términos,
tales como: “hiperactividad, retardo mental, etc.”, solamente deben ser
utilizados para el lenguaje profesional, más no para decirle a un niño “eres un hiperactivo, o eres un retrasado”, peor
aun para ser promocionado en la sociedad; debido a que no todos tienen el
conocimiento que abarca una patología.
La patología debe ser conceptualizada a través de una evaluación
integral, dada por todo un equipo multidisciplinario, que se ajuste a las
necesidades del sujeto y no que se ajusten a los que sabe el profesional o la
sociedad en si.
La mayor parte
de gente, tendemos a criticar lo que es diferente, lo que no es común, lo que
no está en las reglas, leyes, usos, etc., debemos tener una mente más abierta,
y no dejarnos llevar por las apariencias.
Tenemos que
aprender a ser incluyentes y tolerantes con todo el mundo, ya que todos somos
distintos, individuales y con una personalidad única. Lastimosamente, vivimos en una sociedad que
eso mismo nos ha impuesto.
Nosotras como formadoras
de niños, debemos inculcar en ellos a confiar en sí mismos,
enseñarles a valorar los más mínimos detalles de las personas, para de está
manera estimular el éxito de los pequeños. Debemos buscar actividades,
estrategias, recursos, para que el niño se sienta a gusto con su imagen, con
disponibilidad para hacer, crear, modificar, equivocarse y volver a intentar, más no correr el riesgo de dejarnos llevar por unos cuantos patrones estandarizados, según los cuales una persona vale más o menos.
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