Había una vez, un Perrito que era muy curioso y que siempre velaba por las cosas que le interesaban a su Amo. Un día, el Perrito escuchó ruidos que venían de la cocina, y para saber que sucedía, se acercó sigilosamente. De inmediato, descubrió a varios ratones dándose un gran festín con la comida de su Amo. Antes de atacar se dijo:
"¡Pero que bandidos!, ¡Ahora me las pagarán!"
Y sin más, el Perrito se abalanzó sobre los ratones pero, no se percató que muy cerca de ahí, había una trampa para ratones con la cual tropezó y atrapó una de sus patitas haciéndolo gritar a fuertes aullidos de dolor.
Un Loro que estaba por el mismo lugar gritó:
"Vaya vaya, vean al Cazador cazado."
El Perrito, martirizado por el dolor que le hacia la trampa suplicó:
"¡Por favor ayúdenme!, ¡quítenme esto que prometo no molestar a nadie!"
Los buenos ratones quienes oyeron su súplica, se acercaron al Perrito y de inmediato lo liberaron. Luego, uno de ellos le dijo:
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